Hall de Recepción

[Narrador]

Se trata de una gran habitación Circular con una cúpula translúcida. Contra uno de los lados, la zona donde los recién llegados pueden dejar su equipaje. Contra el lado opuesto, el Gran Cristal, una herramienta que puede transportar a los guerreros hacia cristales menores distribuidos por todo el continente.

[Laphane]

Desde lejos le pareció ver una nueva zona habilitada tras las reparaciones y sin pensarlo mucho se dirigió hasta allí. Al parecer era el recibidor del Castillo. Debió haberse dañado durante el ataque del Ifrit, por lo que era bueno verlo ya en condiciones.

Un cartel rezaba que el equipaje dejado allí sería llevado a las habitaciones. El arquero se volvió hacia Esmeralda.

- Parece que esto facilita las cosas. ¿Traes todo tu equipaje contigo?

[Esmeralda]

Siguió los pasos del muchacho sin decir nada, ya que no sabía qué decir. "Vamos Esmeralda ya saliste de un apuro y te felicito, posiblemente esto te ayude a superar tu fobia" Pensó.

— Así que esta es la recepción del castillo...Si no mal recuerdo creo que había visto algunas personas trabajando pero no tome en cuenta de este lugar. — Observo cada detalle del hall hasta que las palabras del joven hombre hizo que desviara la mirada hacía él. — Pues solo mi caballo y mis dagas. — Esmeralda había escapado de casa con lo puesto, ya que muchas de sus cosas son de mucho valor, pero por otro lado lo que ella tenía eran sus joyas lo cual nunca se alejaba de ella. Eso sí en estos momentos no están con ella, las dejó con Black su caballo que se encuentra en los establos.

Posiblemente con ello saque algo de dinero y pueda comprar lo básico, lo que ella necesite.

[Laphane]

Laphane la miró de pies a cabeza. Esmeralda tenía el aspecto de una joven de familia adinerada, pero había viajado tan lejos de todo con apenas un caballo y armas. Su perfil no coincidía con el de los guerreros de Fort Askal. Pero debía tener sus razones.

- No me corresponde preguntar- dijo al fin, mirándola a los ojos- Prefiero viajar ligero como tú. Pero es mejor cuando es una elección y no algo que fuerzan las circunstancias.

Se dio media vuelta y retomó el paso.

- ¿Seguimos?

[Esmeralda]

— ¿Tienes dudas? ¿te carcome la curiosidad? — Ladeo el rostro un momento mirando fijamente a Laphane, podía ser que él quisiera preguntar de donde proviene y pues como no le conoce, no puede hablar, no puede decir sobre sus orígenes. — Posiblemente más adelante pueda que te cuente mi historia, por ahora está reservada, lo lamento. —

La chica le gusta ser misteriosa ya que le da un toque de curiosidad a la gente cuando la ve vestida de esa manera. Pudo darse cuenta que es algo, tosco frío como que no le gusta mucho la cháchara ¿o será ella que no le agrada?

— Sí claro. Por cierto, ¿hace cuánto que has llegado a este lugar? y ¿qué es lo que te llama la atención del castillo? — Esme quería mantener la conversación con él ya que no quería aburrirse o que él la tome como aburrida.

[Laphane]

Laphane se giró nuevamente hacia ella, esta vez con una media sonrisa en el rostro.

- No me carcome precisamente, pero ese tono burlón y de misterio despiertan expectativas- respondió- Espero no decepcionarme si es que algún día decides contarme el asunto.

Esta vez fue la chica quien preguntó por él y Laphane dedicó algunos segundos a pensar las respuestas.

- Llegué ayer. Pero ya conocía a Kurie, de manera que eso ayudó con las presentaciones. Ya me siento algo familiar con la gente del lugar- explicó- Sobre qué me llama la atención... Digamos que me gustaría ayudar. Pero también es verdad que quiero imponer mi estúpido idealismo.

Laphane tomó una flecha de punta negra y la cargó en su arco.

- Crecí toda mi vida odiando las muertes innecesarias del campo de batalla. Y luego dediqué mis años mozos a encontrar una forma de luchar sin matar. "Argún"- susurró, y el arco brilló un instante, transmitiendo energía a la flecha.

Laphane disparó y la flecha impactó contra la pared. La punta negra se había derretido y al chocar contra el muro había creado un pegamento que mantuvo el proyectil en su lugar.

- Un arma mágica, puntas de flecha alquímicas y magia de fuego... Cree un estilo que me permite vencer sin matar, aun a largas distancias. Pretendo brindar opciones a un mundo que sólo conoce la sangre.

Laphane volvió a mirar a la muchacha.

- Los secretos son un pesado equipaje, así que no tengo ninguno- dijo encogiéndose de hombros- ¿Qué tanto pesan los tuyos?

[Esmeralda]

Abrió bastante los ojos al ver aquella sonrisa, al parecer no era como ella creía. Bueno aún le falta mucho por conocer, pero le agrado ver aquella sonrisa en su rostro. Bajo la mirada dejando escapar una sonrisa también.

— Si nos conocemos bien, puede que te cuente... pero... — Se pone delante de él y lleva el dedo índice sobre sus propios labios. — Debe ser un secreto. — Sin dejar de sonreír le guiño un ojo, algo coqueta pero con un tono de misterio. — Pero voy a dejarte que pienses muchas cosas sobre mi jajajaja. —

Siguió el camino junto con el Arameddan, el hall es bastante grande y bueno le agrada en parte.

— ¿Idealismo? y ¿cual es? — Eso sí que le dio curiosidad y mucha pero que le llamara estúpido debe sonar algo loco o fuera de lugar.

Observó la flecha la cual esta fue conjurada sin poder escuchar bien lo que este dijo. El arma chocó contra la pared. — Ya andas causando estragos en el castigo, te voy acusar. — Lo molesto un poco haciendo una broma inocente.

— Tienes razón en parte, pero yo prefiero mil veces las palabras y bueno si las cosas no funcionan, habrá que tomar otras medidas y como dices tú sin matar, pero debes recordar que si no matas a esa persona seguira haciendo de las suyas. Seguirá causando dolor a las demás personas. Hay que dejarlo en coma o estado vegetal. Ok, no es broma jajajaja.—

Era verdad que los secretos pesan, pero lo que más pesa es que seas perseguida por tus propios enemigos y estar escondiendo todo el tiempo. — Bueno si no tienes a quien contar tus secretos, pesaran, yo solo quiero tratar de refugiarme en donde no van a encontrarme. Pero no diré más.— Sonrió al final.

— Este sería un bonito lugar para bailar, es espacioso, refinado. Mirá por allá pondría una gran cantidad de músicos, y a nuestros costados a las personas. — Esmeralda le fascina bailar y justamente ahora para salir del paso de sus problemas y secretos deseaba bailar. — Joven Laphane, me concedería un baile, espero no ser irrespetuosa y ser yo quien se lo pida. —

[Laphane]

Para los estándares Arameddan, Laphane era lo que llamaban "fuego frío". Su pasión no radicaba en el deseo sexual, la lucha o el baile, sino en la convicción con que perseguía su propio camino. No obstante, el gesto coqueto de Esmeralda le había sorprendido.
Tras su pequeña demostración, la conversación parecía fluir más fácilmente entre ambos. A Laphane no le gustaron sus bromas sobre dejar en coma a un rival y se lo hizo saber fulminándola brevemente con la mirada. No obstante, no pasó a mayores y la joven continuó hablando.

- Creo que puedo hacerme una idea. Gracias por compartir eso. No preguntaré más.

Laphane intentó imaginarse la escena que la vrennethse imaginaba en el Hall. Ciertamente los bailes arameddinos diferían de los vrennethses, pero la siguiente pregunta lo descolocó por completo. Se llevó una mano a la nuca y frunció el ceño.

- Es una petición extraña. No tengo razones fuertes para negarme, pero los bailes del desierto poco tienen que ver con las danzas de las montañas heladas- explicó- Bailaré si es algo simple que pueda aprender en el momento. No quisiera arriesgarme a pisarla.

[Esmeralda]

— No es la gran cosa, solo debes mirar mis pies y seguirme. — Toma la mano del muchacho mientras que la otra la posa en los omoplatos de la chica, lleva su mano sobre el hombro del joven, manteniendo una postura erguida. — Bien, mira la parte delantera del pie soporta el peso del cuerpo, intenta que no recaiga sobre los talones. — En pocas palabras debían estar en puntitas. — Ahora salimos con el pie derecho tu pie derecho hacia adelante y yo con el pie izquierdo atrás. La idea es que el hombre lleve a la mujer. Ahora tu pie izquierdo al lado y el mio que es el derecho al lado y por último, pies juntos. para no perderse se cuenta 1,2,3 - 1, 2, 3 - 1, 2, 3 — La chica explicó de la manera más fácil y posible para que Laphane no se perdiera o enredara.

Al principio podía sonar difícil, pero era cosa de practica y bueno cuando estaba en casa, solía bailar este tipo de baile con su padre, aunque a este no le era muy agradable. Trato de guiarlo por todo el hall ya que la idea es que se ocupe todo el salón. así que mientras trataba de guiarlo Esmeralda tarareaba una melodía.

[Laphane]

Laphane se dejó guiar y adoptó una mirada de extrema concentración, similar a la que mostraba al disparar su arco. El arameddino no era particularmente torpe, pero estaba demasiado tenso. Se mantuvo de puntillas de manera algo pronunciada, la sujetó firmemente y no dejó de mirar los pies de la chica, imitando sus movimientos.

- "La idea es que el hombre lleve a la mujer"- repitió pensativo- Si me tocara llevarte, acabaríamos en el piso- dijo mirándola a los ojos fijamente.

En Arameddan las danzas no presentaban diferencias de rol según el género.

- Me gusta la melodía- agregó después, volviendo su atención a los pies de la joven.

De a poco Laphane fue corrigiendo sus movimientos, relajándose un poco.