Se trata de una gran habitación Circular con una cúpula translúcida. Contra uno de los lados, la zona donde los recién llegados pueden dejar su equipaje. Contra el lado opuesto, el Gran Cristal, una herramienta que puede transportar a los guerreros hacia cristales menores distribuidos por todo el continente.
Miró el suelo, que se volvía resbaloso, de hecho comenzó a volverse resbaloso como el hielo propio que se volvía perfecto para patinar el hielo y sonríe mirando sus botas. – Ok, pero darás un paso con esas botas no aptas para el hielo y te caerás – Sonríe mirando como se daría un trompazo al intentar subir las escaleras con el hielo en estas. Supongo que tenía sus motivos por desconfiar en él, no tienes idea qué será lo que le habrán dicho... – Pensé que no me conocías... ¿Ahora si? – Sonrió casi riéndose por lo doble estándar del sujeto.
—Realmente no te conozco, no sigas intentando convencerme de lo contrario. —Sentenció una vez más. Una vez que pisó la escalera con sus botas, el hielo a sus pies se rompió dejando la huella marcada. Aquello tenía el efecto perfecto para permitir el arrastré, y de paso anclar el zapato a la medida en el piso. Tiró de sus pertenencias con fuerza, comenzando a subir por las escaleras.
El darglance puso sus manos limpias adelante suyo. – Muy bien, entonces... podría ser... un objeto que tú elijas, para mi – Nota como al pisar el piso de cristal de hielo se quebraba, era bastante delgado y podría de un paso a otro comenzar a mojar las botas, o peor, comenzar a incrustarse pequeños cristales o astillas que podrían dañar sus pies, lo cual podría serle doloroso. – No tengo ninguna mala intención, podríamos ser amigos, déjame ayudarte. –
Las botas eran de suela gruesa, especializadas en la nieve. No eran cualquier bota, ni mucho menos alguna de alta cuna que se rompería con la mirada, a pesar de que se viera así. Sabía vestir bien, podía hacer lucir cualquier prenda comprada en los mercados bajos como una de barrios altos.
—Si quieres que seamos amigo, no esperes una compensa si harás el portal. Los amigos no se cobran, ¿o me equivoco?—
El Vrennet era buen negociador, debe ser entonces de una familia rica, así que no le tendría piedad, hombres como él son los que suben los impuestos a los granjeros, y no tranzan ninguna rebaja del precio de sus objetos que comercian. – Oooh pero no hay mezclar la amistad con los negocios, y lo que yo estoy haciendo es negociar, pues no bajaré mi precio mi buen negociador. – Le sonríe y ve cuanto es que le dura esas lindas botas que se estropeaban con los cristales, pobre botas caras, están rayandose.
—¿Negocios, eh? Entonces, ¿por qué hurgas la nariz en donde no te llaman? "Amigo" — Bufó con una sonrisa poco afable, mirando con cierto desinterés en el chico.
—Creo que ya te recuerdo, ¿no eras el amante de Jack? —Dijo directo, llegando ya a la mitad del piso.
– Mf simple amabilidad, ¿Un amigo no puede acaso interesarse en una caja grande de un viajero millonario? Oye, los amigos se dan regalos también, no hace falta el ser cumpleaños para regalarse ¿no? – Se cruza de brazos y se rasca una de sus cicatrices para luego lanzar una carcajada por el chiste que acaba de decir ¿amante? es que eso pensó y lo diría quizás en voz alta como gracias de ese arrebato... vaya, si cosas así se andan hablando por el castillo entonces Jack debe estar estornudando cada vez... – Aaaay... No sé quién te haya dicho, pero ahora mismo estás metiendome el dedo y eso tampoco te incumbe ¿No es así? Haaaa..... qué gracioso – Hacía una sonrisa siniestra y malvada y sus ojos se prendieron de rojo.
Amante era una palabra retacada para no decir: la perra personal de Jack. Pero en cierto caso tampoco le interesa las situaciones en privado que tengan los que viven en el castillo. A pesar de sus palabras afiladas, aún no conseguía que flaqueara.
—No realmente, los asuntos carnales que tengas con quien sea no me conciernen, como tampoco las cosas que sean de mi propiedad. —Siguió subiendo las escaleras hasta al fin llegar al primer piso.
Pues el Vrennet si que estaba diciendo cada cosa, nada de lo que decía era cierto, ¿Cuál cosa carnal? Gira sus ojos aguantando la risa. – Mmm..... pues... y si, claro, ahá. ¿Qué más? No me digas, sabes que estás buscando que te mate ¿Verdad? –
Con que eres una persona problemática, qué desepción no cabe duda que los millonarios son ávariciosos, codiciosos y difamadores... poco me importa, lo descarto como amigo
Dice más cierto, bastó de cinco segundos para decir el conjuro y desaparecer en el portal para luego aparecer ya en el interior de la cocina
Vazyl caminó todo el largo del valle y sólo se detuvo una vez en el recibidor de Fort Askal. Era notablemente más lujoso de lo que uno esperaría de un fuerte militar, pero ya estaba enterado que aquella fortaleza no se adecuaba a las normas. El cristal en el otro extremo le puso una sonrisa en el rostro. Una sonrisa llena de ambición y sueños de tinta.
No llevaba suficiente equipaje como para justificar que el personal lo cargara así que ignoró aquella sugerencia de los carteles. Se acercó al cristal y lo picó varias veces con un lápiz, obteniendo un sonido cristalino en respuesta.
