Se trata de una gran habitación Circular con una cúpula translúcida. Contra uno de los lados, la zona donde los recién llegados pueden dejar su equipaje. Contra el lado opuesto, el Gran Cristal, una herramienta que puede transportar a los guerreros hacia cristales menores distribuidos por todo el continente.
Así que era eso. Debía vigilarselo pues, no podía tirarse la vida entera a chutes de azúcar para arrancar. -Bueno, bueno- le dio unas palmaditas breves en el brazo .- Todo tiene solución menos la muerte- soltó como todo mensaje de ánimo. -Perfecto, eso estaría genial, gracias. - cogió las maletas del suelo otra vez y le miró ansiosa.-¡Vamos, vamos! esto pesa, y tengo frío- Apremió mandona como un general del ejército a un subordinado. ¡No había tiempo que perder!
-Mientras no resulte en una solución complicada...- se aparta el cabello hacia atrás, las maletas de Portia no se veían la gran cosa aunque las apariencias podían engañar.
Tomó una de estas de mano de Portia y según su percepción de peso eran más ligeras de lo que esperaba, bien. Tomó también la otra y la guió escaleras arriba, iba a ser problemático no hacerle caso a esta chica...
Se tomó un momento en el descanso antes de subir el segundo tramo de escaleras.
Por una parte, todo lo que supusiera algo de esfuerzo, prácticamente hasta hablar, parecía darle hastío, pero por otro lado era silenciosamente amable. Portia no esperaba que le cogiera las maletas, pero tampoco se iba a quejar. Se encogió de hombros y le siguió con ritmo rápido, ya que sus piernas era sustancialmente más cortas.
Sus asuntos internos con respecto a su compañía habían imposibilitado al vrennet aparecer durante semanas. Las informaciones con respecto al establecimiento eran escasas por la barrera de protección, impidiendo la entrada de espías para saber el estado de su hermana. Sin embargo, podría averiguar cosas con las personas correctas y las palabras adecuadas.
—Extraño, hay tranquilidad en el ambiente. —Comentó al ver todo pacifico por primera vez dentro de mucho tiempo. Sacó su reloj de bolsillo para visualizar la hora. Había que mencionar que a su espalda existían un par de cajas de enorme tamaño con muchos artículos de curioso valor.
Un brillo de el cristal de el fondo del hall y el ruido de luz que emitía prendió el hall, y entonces regresaba Datsel de su aventura que había hecho, ya era otro domingo el cual disfrutar de la calma, quizás debía de ir a las termas o al lago, quizás a su habitación a dormir, lo cierto es que vió a cierto albino con una valija enorme. – ¿Nicholas right? ¿Qué traes? – Husmeo esa caja.
—¿Te conozco de algo? —Preguntó el albino al ver cómo el chico se daba aires de reconocerlo. Quizá él lo había visto, pero NIcholas era más reacio con sus contactos. Nunca cruzó palabra con él.
Alphonse graznó al notar al chico merodeando sus cosas, mirando amenazante al chico como si fuera su próxima cena de ratón.
—Solo son algunos objetos, la cual la mitad pertenecen a Esmeralda. Si con eso he saciado su curiosidad, le pide de manera amable que no toque nuestras pertenencias. —
– Pues me viste en el pasillo un día, te he visto merodear.. yo lo investigo todo – Era bastante sigiloso quizás por eso el peliblanco no se daría cuenta, la verdad también es por que el pelinegro sabía bien como pasar desapercibido, podría decirse que es medio stalker para sus cosas, costumbre de su vida... por donde vivía el se aseguraba de conocer a su entorno muy bien así asegurarse de no sean peligrosos.
Mira luego a los ojos al ave, los ojos del darglance podrían ser tan profundos, como el mismo mar y marear al otro en un juego de miradas quemadas que dejaría al ave un tanto aturdida, pero lo cierto es que el darglance le sonríe, le gustan las aves, se endereza, notó que el hombre era reacio, algo desconfiado, nombra el que la mitad de aquellos objetos eran para Esmeralda. – Suena a contrabando... Esmeralda, también la conozco, prima de Kalyt, una compañera de habitación. Muy bien, no tocaré sus pertenencias, usted las llevará entonces. – Le dice resuelto y le sigue con unos pasos largos y tan curiosos como el de los cuervos, a ratos cambiaba hacia el otro lado del otro sin que se de cuenta.
—Mentir no es una de tus fortalezas. —Sentenció con sus palabras siguiendo el rastro del contrario con la mirada. Podía percibir sus ojos sobre mi ave, pero si quería realizar alguna acción, le costaría mucho más que hacia cualquier ovíparo en existencia. Su Halcón comparte sus ojos, lo que él ve lo veo yo.
—No se preocupe, si lo he traído hasta acá colina arriba, dudo que me cueste en las escaleras. ¿Kalyt está aquí? Gracias por la información de que mi prima también está acá— Continuó sus pasos tirando de sus cosas para llegar al borde de las escaleras.
–color=#330066]Se ve que tiene mala memoria[/color] – Y yo que tengo lagunas mentales, pero no olvido una presión nebulosa interesante cuando la siento, entonces le sigo su paso, ese ave, esa ropa demasiado fifi para su gusto, era un Vrennet, y al parecer tiene un trabajo más afuera de Askal. – De que, pensé que ya lo sabrías. – Sabía que la familia de Kalyt era diferente a la de Esmeralda, ya que Kalyt era Tharagonesa, pero entonces el Vrennet era de una linea más cercana con la de nombre de gema, igual y más le interesaba saber más de Nicholas.
– Hagamos algo, hago un portal hacia el primer piso, así no subes las escaleras hasta arriba, a cambio de poder ver la mitad que no es de Esmeralda que está dentro de aquella valija y poder elegir una cosa. – Le dice resuelto y le mira fijamente, el no mentía, podía hacer un conjuro de sombras que abriría un portal y podrían fácilmente, solo entrando en el, terminar en el primer piso, y quedar frente a frente de su puerta de habitación.
Su mirada se desvió hacia el hombre, el cual le dijeron que era uno de los peligrosos del castillo debido a su inestabilidad mental. La propuesta no era mala, pero permitir que hurgara en sus cosas no era de su gusto.
—Yo digo que no. —Dijo de manera seca. Una briza fría envolvió sus cosas disminuyendo de aquella manera el roce del suelo, facilitando el traslado. En las escaleras decidió descansar un rato.
—Seguramente en el tiempo que estuve ausente Esmeralda se tuvo que haber comprometido.
